La introducción de un tema musical define el temperamento intrínseco de una pieza musical a desarrollar. Ya sea para inspirar alegría, pasión o tristeza. En el caso del merengue un ritmo despierto y alegre, el arreglista buscará siempre fórmulas en acordes y melodías que ayuden a diferenciar una temática de otro sin que perjudique la naturaleza del ritmo.
En el caso del merengue orquestado para la alta sociedad de entonces, el intro se constituía en un llamado al cortejo y al baile en pareja con reglas coreográficas que incluía marchas de lado, hacia delante y hacia atrás a ritmo cadencioso; y vueltas completas con postura erguida guardando las distancias.
Salve San Cristóbal el merengue icónico de la figura del dictador que durante treinta años fue escuchado y bailado en hoteles y clubes de abolengo, no era la excepción, su introducción marcado a un tiempo moderado con un recurrente jaleo de saxofones, intercalado por estribillo de la trompeta evocando la melodía del tema, invita al baile con el protocolo que manda en los merengues de la Era.
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En cambio, en el merengue La Agarradera una composición de costumbre popular encontramos en el desarrollo de su introducción, una parodia de Salve San Cristóbal. Los fraseos de los saxos son los mismos patrones armónicos del merengue trujillista, pero en sentido contrario y a una velocidad poco habitual que despertaba la atención. Con un llamado de trompetas que solo invita al baile y gozar el momento. Moviendo el cuerpo de los pies a la cabeza hasta liberarse de las ataduras.
El éxito de La Agarradera no solo se debió por el carácter encendido de su orquestación sino por el carismático intérprete que asumió para si la identidad del ritmo con un baile electrizante altamente contagioso que transmitía su alegre propósito.
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Tal vez sin proponérselo el maestro Luis Pérez compositor y arreglista de la Agarradera dejó para la historia un merengue y un merenguero que por demás forman parte de la memoria auditiva del dominicano, por representar el antes y el después de la modernización del ritmo de la güira y la tambora, en la voz y el carisma de un joven que luego se constituiría durante 55 años en El líder del merengue popular dominicano: Juan de Dios Ventura Soriano*. (*) Johnny Ventura.
