Manuel Zalazar el Problemaesel PLD no politico
Escrito por la redacción el Miércoles 15 de Abril del 2015.

Por Manuel Salazar el 14/04/15

Algunos de los que se resisten a asumir la unidad  amplia  opositora  arguyen  que  “el problema  no  es  el  PLD, sino la partidocracia”.

Claro que la partidocracia es un problema en el país; como hay muchos otros que integran de conjunto la problemática nacional.

Pero surge una pregunta política  esencial: ¿Cuál de entre todos los problemas nacionales requiere de la más urgente solución y del cual depende un ulterior  encadenamiento de posibles soluciones a los restantes en el tiempo?

Cualquier militante que fundamente su práctica en el instrumental de análisis de la política, referiría la respuesta a dos elementos claves:  el momento  político concreto;  y el estado de correlación de fuerzas, con énfasis en las que se disponen para llevar a cabo la tarea principal que el análisis considere pertinente.

Porque no se pueden tener las mismas respuestas, rígidas, para cualquier situación.  Las tácticas cambian como cambian las circunstancias y en función de la correlación de fuerzas en juego.

Cualquier reflexión basada en la objetividad, es decir, en lo que existe nos guste o no,  sobre el  momento histórico de la República Dominicana, tendría que concluir en tres elementos vinculados entre si: 1.- El bipartidismo a la usanza tradicional no se da en este momento histórico; 2.- Las fuerzas que garantizan la hegemonía social, son  el Danilismo y el Leonelismo, pertenecientes al mismo partido, el PLD; que es él mismo y su opuesto a la vez, a tal punto que los cuestionamientos al segundo benefician en buena parte al primero. Y 3.- Este partido lo domina todo, incluyendo los valores de la sociedad.

Que dos fuerzas del mismo litoral dominen la vida política nacional es un hecho histórico que no ocurría desde el siglo 19, cuando la competencia entre Santana y Báez, del mismo bando conservador, dominaban la vida política y social del país.

Es un hecho que no debe escapar a las inteligencias y reclama las posturas políticas correspondientes.

Una de las encuestas de los últimos tiempos, de esas que se pretenden más a fondo, ofrece algunos datos que han quedado en bajo relieve ante otros, y que expresan de una manera palmaria el dominio del PLD.

¿Cuáles son esos datos?  Primero: el grueso de los posibles votantes de uno de los candidatos y partidos más celebrados en la oposición aprueban como “buena” la gestión del presidente Danilo Medina. Segundo: en más de un 70% tendrían al PLD como segunda opción para votar.

Otro hecho objetivo que grafica bien el dominio del PLD es que en la oposición hay dirigentes cuya distancia con ese partido está focalizada en diferencias con Danilo, unos, o con Leonel, otros.  La separación con el PLD es circunstancial.

Este es el análisis concreto. Es la circunstancia dominante. El aspecto principal de la contradicción sobre la que hay que volcar ideas y propósitos, y frente a la cual la “partidocracia”, dispersa en varias voluntades, y desgastados algunos de sus eslabones, no es asunto que en este momento justifique posturas de rechazo a asumir la alianza amplia opositora.

El problema principal es el PLD, su control total sobre todas las instancias del Estado con todo lo que eso conlleva para la democracia. Control que le permite definir políticas públicas y obtener beneficios materiales de las mismas; práctica que modifica y supera con mucho la del viejo cobro del 10% en transacciones del Estado que cobraban reformistas y perredeistas en sus tiempos.

Poder que junto a la división de los opositores, inducida por el mismo PLD-Estado, le permite plantearse la perspectiva de permanecer en el poder, según dice  hasta el  2040.

Estoy seguro que esta realidad no escapa a las reconocidas inteligencias de algunos de los que asumen que la partidocracia es el problema. Por tanto, creo que se trata de una excusa.

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