Los expertos están poniéndose de acuerdo cada vez más, en que 2022 podría ser el peor año de escasez de alimentos que afectará a todo el universo. Habría que enfrentar a una gran hambruna. Una de las peores vistas en generaciones.

Pero, los expertos no son quienes gobiernan el mundo. Son observadores y opinantes que, aunque los que gobiernan el mundo los contraten, nadie les hace caso si no revisten sus criterios con la insensibilidad de la política.

La gente de abajo son es la que se reúne en Alemania para hacer chanzas antes y después una copa de bebida embriagante en base a las posturas de Vladimir Putin, cuando viste sólo pantalones sin camisa sobre el lomo de un cuadrúpedo.

Sólo hay que fijarse en la opinión de Maia Sandu, presidenta de Moldavia, quien sostiene el criterio de que la seguridad alimentaria de su país está en riesgo.

Mientras en Estados Unidos, el empresariado medio tiene su propio criterio sobre el día a día, que es lógico suponer no es el criterio de Joe Biden, los legisladores ni de los jefes de las corporaciones.

“La recesión ya ha llegado”, dicen los pequeños empresarios estadounidenses. “Las ventas están bajas, los costos se están disparando”, dicen. “El presidente Biden y el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, insisten en que el país puede evitar una recesión”, se lee en la prensa callejera, entre otros titulares deprimentes: “La inflación está en su punto más alto en 40 años y el futuro es incierto; las perspectivas económicas mundiales se vuelven sombrías a medida que los impactos ‘únicos en la vida’ cobran su precio”.

La ONU advirtió en más de una ocasión que existe la amenaza de una crisis alimentaria por la escasez de cereales procedentes de Ucrania, mientras este vapuleado país y sus aliados acusan a los misiles y tanques blindados de Rusia de la situación.

Mientras, Moscú dice que el Reino Unido está haciendo todo lo posible para provocar una crisis alimentaria mientras culpa a Rusia. Ya Putin quiso dejar claro que son las políticas “estúpidas y miopes” de Europa las que provocaron crisis energéticas y alimentarias.

Los precios del trigo aumentaron a un promedio de 56.2% en mayo de 2022 por encima de su valor del año pasado, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).